lunes, 14 de septiembre de 2009

naufragando en normandía

Penúltimo fin de semana, ¡RESERVADO!, fin de semana romántico, coche de alquiler y rumbo a Normandía para pasar unas minivacaciones con Kevin (esto era lo previsto pero a lo largo de estas líneas comprenderéis porque el título del post es NAUFRAGIO y no "el barco del amor" por ejemplo...)
Tras una reserva de alquiler de coche bastante interesante por internet (pagada con la tarjeta de una amiga, detalle importante más adelante), en la casa donde debía recogerlo me retienen una cantidad de dinero bastante importante de mi tarjeta que no acabo de entender en concepto de qué se deposita, pero me pareció que era una especie de fianza o algo.
El comercial me oferta un seguro a todo riesgo para los dos días, idea que descarto porque ya el fin de semana venía bien cargadito de gastos y yo no nado en la abundancia. De vuelta al gabinete para recuperar algunas cosas, me como enormemente la cabeza y decidimos volver para contratar el seguro. En este momento Kevin descubre que uno de los neumáticos está completamente deshinchado, así que la tarea de pedir el seguro se vuelve un tanto engorrosa.
Le explicamos al comercial cómo tras unos minutos de reflexión consideramos que era mejor contratar el seguro y que nosotros no teníamos nada que ver con el desinflado de la rueda, no habíamos hecho ni un kilómetro (tan sólo habíamos ido al gabinete, a menos de 5 minutos en coche), y antes no se nos había ocurrido mirarlo. El buen hombre le echa un buen vistazo al coche y nos entrega otro, esta vez pago el seguro muy agusto porque cada vez que pienso lo que podía haber pasado en la autopista con el Citroen C1 con un neumático vacío, me parece muy razonable pagar 35 euros por poder seguir viva.
Yo al volante, Kevin con el mapa, pero ni mucho menos entregado a su tarea, estaba distraído y ni siquiera yo formaba parte de su distracción, en fin lo que se dice un viaje romántico. A esto le sumamos que estaba en pleno síndrome premenstrual y bueno imaginar el resultado del cóctel. Super buen ambiente en el coche cuando nos perdimos por primera vez y luego una segunda, una tercera, una cuarta!,... Al final yo al volante, al mapa y a aguantar los morros bien apretados para no decir nada desagradable. En fin pero llegamos al Mont Saint Michel y se olvida todo, te envuelve la belleza, un lugar casi imposible, una ciudad en espiral que culmina en un gran castillo medieval y todo el conjunto rodeado de agua por todas partes.
Por la noche llegada a Ouistreham, la playa de Normandía donde tuvo lugar el primer desembarco, los británicos, una preciosa playa totalmente llana que se extendía a ambos lados hasta donde llega la vista, sobrecogedor, imposible no revivir las imágenes que hemos visto tantas veces en las películas con todos los soldados arrastrados por las olas hasta la orilla. Dormimos en el coche, en el puerto, primera vez que hago algo así sin estar de festival (viva el Esparragorock), yo en el asiento del copiloto y Kevin en el maletero, atravesado y con las piernas encogidas.

Momento inolvidable el despertar, desde el retrovisor derecho comienzo a ver los diferentes colores que tiñen el cielo al amanecer y mirando a través del parabrisas, la playa que se ve a lo lejos. Luego, recorrido a través de las diferentes playas del desembarco, dos cosas a remarcar: el impacto de nadar entre pedazos de bunker anclados en la orilla y entre las olas como si fueran islas flotantes, recuerdos del horror; y lo segundo, la point du hoc, realmente la catedral de la masacre, cráteres del tamaño de una casa, uno trás otro, de más de 3 metros de profundidad; un bunker totalmente conservado; los impresionantes acantilados que tuvieron que escalar los americanos contrarreloj durante el desembarco, escalofriante.
De vuelta a casa, con los ánimos más calmados y una ambiente más COOL en el coche, se rompe la magia y empiezan los problemas al caer la noche. Primero: mi adorable copiloto decide que está muy cansado y que va a dormir, yo le pido expresamente que no lo haga, que yo también estoy cansada pero que entre los dos es más llevadero, y que me gustaría que me ayudase a sobrellevar la monotonía de la carretera en una vía no demasiado bien iluminada, él se duerme, yo subo la música y dejo hervir mi mala leche para sorprenderle a su despertar con las burbujas que salían por mi boca tras una buena ebullición. Y en segundo lugar, como guinda: tenemos que rellenar el depósito de carburante, salimos en una gasolinera a 200 km de Brest totalmente abandonada, el servicio se paga con tarjeta de crédito y la máquina simpática no acepta ninguna de mis dos tarjetas, llamamos a Anael (la chica con cuya tarjeta alquilamos el coche) para pedirle el código de su tarjeta, que yo tenía en posesión por si me la pedían para retirar el coche, por supuesto, imposible localizarla. A todo esto eran las 10 de la noche (tarde para estar en Francia e intentar buscar soluciones o hacer llamadas un domingo), cuando consigo calmarme, en un momento de lucidez veo una persiana que baja en una casa próxima, sin dudar me dirijo a la casa, me abre una mujer y le explico la situación. La buena señora paga con su tarjeta de crédito y yo le reembolso al contado. Pero por desgracia, la cosa no acaba aquí, al llegar a Brest, había que volver a llenar el depósito completo para la entrega del coche. Finalmente Anael me devuelve la llamada y nos da el código, pero como no era nuestro día de suerte, a la 1 y media de la mañana y tras 3 intentos en tres gasolineras distintas, desistimos, la respuesta es siempre "pago denegado". Al día siguiente, Kevin debía volver a la oficina a primera hora, explicarle al hombre la situación y acompañarlo para llenar el depósito. Iría él porque quería compensarme un poco por el viaje y porque él, a diferencia de mí, no trabajaba el lunes. Por supuesto, llegó tarde, habiendo podido costarme un ojo de la cara si hubiesen decidido multarme, pero todo salió "bien".

Aún queda la última sorpresa, el dinero que me habían retenido, formaba parte de la factura real, cuando veo la factura final de un importe de 235 en lugar de los 71 euros marcados en la página, pongo mi reclamación. Al final se puede decir que todo se soluciona, la compañía de internet queda de acuerdo en reemblosarme la diferencia (ya que me cobraron por km y en la publicidad se ofertaba km ilimitado!y nosotros hicimos la friolera de 1000km), único problema, que la tarjeta con la que se hizo el pago y por tanto la única de la que tenían constancia en la oficina de internet, era la de mi amiga y no la mía, y además dos días más tarde yo salía para España. Mi amiga me hizo un cheque y creo que ella ha recibido el dinero en su tarjeta, aunque realmente, no lo sé.
Con Kevin todo acabó bien, una noche de sueño reparador (cada uno por su lado) y un poco de cariño es suficiente para cicatrizar pequeñas heridas.

1 comentario:

  1. Por cierto, he descubierto una sorpresilla en la caja de caramelos: un sombrero japonés!!! Esas conchillas que me comentaste. Gracias!!!! Lo confieso: hoy he probado los caramelos....Sublime!

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