viernes, 25 de septiembre de 2009

Entre Francia y España

Antes de volver a España, paso de nuevo dos días en París para despedirme de amigas que conocí en Lyon (donde pasé mi primera estancia en Francia) y que hoy viven en París.
Toda la aventura francesa realmente comienza en Sevilla con una inscripción que después de haber dormido años en mi ordenador entre mis documentos, parte hacia el instituto de Médecine des Arts (hoy en día soy una fisioterapeuta con el diploma europeo de especialista en la reeducación del músico). Médecine des Arts se presentaba en mi pensamiento como la única ilusión perdurable tras perder lo más querido, tras querer despertar del dolor...
Esta decisión me lanza a buscar, de manera apresurada, algún medio para mejorar mi francés y poder comprender algo en el curso. Finalmente me echo a la calle y empapelo toda Sevilla desde la Macarena a Triana buscando a alguien para hacer un intercambio español-francés. Es así como conozco a Marion, una chica de Lyon que estudiaba como erasmus en la capital hispalense.
Trás las idas y venidas a Francia para los primeros seminarios del curso me doy cuenta que mi nivel de francés resulta muy deficiente, que difícilmente puedo pagar el curso y que quizás sea buena idea dar un salto.
Después de algunas dudas, decido mudarme a Lyon y quedarme durante el tiempo que duraba la formación. Como curiosidad, resaltar que en mi estancia casi no ví a Marion... pero fue a partir de ella y sobre todo de mi hermanito mayor francés (mis compañeros de piso mis primeras semanas en tierras galas) que mi vida allí se rodeaba de caras, encuentros, peldaños que subir y alguna mano que agarrar. Con sus más y sus menos, hoy, esta experiencia se ha convertido en una de las más enriquecedoras de mi vida. Dicen que el vacío deja el espacio necesario para tener la alegría de volver a llenarse...
Curiosamente algunas de las personas más importantes que conocí en este primer viaje, fueron las últimas que vi antes de volver a casa, tras mi nueva experiencia francesa.
Ni el principio ni el final de esta historia tienen lugar en Francia sino en Sevilla. Dos días más tarde de mi aterrizaje en casa, recojo a Dani en el aeropuerto, mi hermano mayor francés (que en verdad es de Barcelona) y que actualmente vive en Chicago. Y de esta manera se cierra el círculo. ¡No!, no me gusta pensar en círculos sino en espirales: otra nueva vuelta y el crecimiento hacia un nivel más alto.
Para terminar retomo una de esas frases que no sabes dónde has escuchado y que quizás no reproduzcas con palabras exactas pero que, sin embargo, resuenan en tu mente: crecer duele pero alimenta. En verdad nunca la había escuchado pero como no es demasiado brillante no quiero reconocer la autoría así que, ahí la dejo para quien en algún momento me la quiera plagiar.

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