Quería escribir una última entrada en este blog, terminar de contar la historia y darle un sentido al conjunto de pequeños relatos de mis vivencias, a pesar de la indignación de mi hermano (que dice que los blogs no es una cosa que se pueda terminar). Realmente en cierto sentido tendré en cuenta la opinión de mi hermano, con lo cual, en lugar de decir adios, diré "hasta la próxima" porque, nunca se sabe y el país vecino siempre me ha acogido de manera muy calurosa.
Así que en esta última entrada por el momento, quería recuperar las palabras que escribí tras mi vuelta de Lyon: las impresiones y sensaciones que han motivado una segunda visita a la Francia y quien sabe si una tercera, una cuarta... Aunque relativizando, puede ser que Francia no sea más que una metáfora, siempre podemos encontrar ese mundo nuevo cada día y decidir pegar el salto y ver más allá de nuestra verdad.
Así que en esta última entrada por el momento, quería recuperar las palabras que escribí tras mi vuelta de Lyon: las impresiones y sensaciones que han motivado una segunda visita a la Francia y quien sabe si una tercera, una cuarta... Aunque relativizando, puede ser que Francia no sea más que una metáfora, siempre podemos encontrar ese mundo nuevo cada día y decidir pegar el salto y ver más allá de nuestra verdad.
"Es la historia de un viaje donde la soledad será la viuda negra de mis raices y la madre de mis descubrimientos. Nunca hubiese sospechado lo que significaría mi viaje a Lyon...
Nunca sabemos hasta que punto nuestras raices determinan la forma de nuestro baile, hasta que una vez arrancadas, olvidas por completo como seguir el ritmo de la música. Yo no era consciente de la importancia que para mí tenía vivir en un entorno donde cuentas con una familia, un número de amigos más o menos limitado y todo un círculo enorme (tan grande que nunca me había dado cuenta de su dimensión) de personas que de una u otra manera te "conocen" y forman parte del paisaje que te encuadra, un pentagrama sobre el que se dibuja la música de ese baile insconsciente que conoces de memoria. Melodía llena de experiencias, momentos más o menos triviales, que enlazados, dan el sentido a tu próximo movimiento.
Quiero decir que una vez sales, pasas a ser ANÓNIMO, completamente un nadie más en el conjunto de viandantes con los que compartes las aceras de un suelo extranjero. Y tienes que reaprender a conocer el mundo, la gente, a querer, ...todos estos conceptos adquieren un nuevo significado. Resulta fascinante sentir tan fuerte el vacío que queda de vivir en la superficie, sentir el dolor de andar HUECO sin que tu corazón rallentice su latido ni tu sonrisa se quiebre en quejido, como te adaptas al ritmo y como todo empieza a transformarse... La necesidad de sentir algo de verdad llega a resultar asfixiante mientras sin advertirlo ESTÁS SINTIENDO, todo es más simple: me siento agusto/estoy incómoda, necesito tu presencia/me sobra incluso mi respirar, me siento viva/me marchito,...todo es mucho más visceral porque sientes sin tener consciencia de ello y de repente comienzas a SER.
Además he encontrado gente increíble que han estado ahí en mi ensayo de crearme: cuando no sabía acercarme, cuando las conversaciones simples eran la mejor manera de pasar el rato, cuando el simple hecho de verlos calentaba mi alma, cuando moría por una mano y no me salía la voz, cuando me sorprendía el sentir que (no sé por qué) era querida y alguien se regocijaba tambien en el calor de mi sonrisa.
Y lo que es más reconfortante es compartir esa acera con otros nadies que te dan nombre y te enseñan que el baile nunca se perdió, sólo cambió la música que sonaba. Despiertas de tu sordera y de repente te sientes más amplio y dejas lugar para que la luz se disgregue en todos sus colores."